viernes, 12 de octubre de 2007

Francisco Umbral, un huérfano junto a su madre


Era hijo de madre soltera y nunca fue reconocido por su padre. Al nacer fue entregado –hasta los cuatro años- a una ama de cría que residía en un pueblo situado a ocho kilómetros del hogar familiar. Durante este tiempo fue su abuela quien se ocupó de visitarle y de vigilar su crianza.

A su propia madre, funcionaria del Ayuntamiento de Valladolid, Umbral le llamaba tía. Durante años la madre ocultó al hijo su propia maternidad. Umbral se crió, junto a su propia madre, como un huérfano. El dolor y la humillación que esto supone es dificil de percibir en cabeza ajena. A nadie debería extrañarle el resentimiento social del escritor.

Para mantener el gran secreto el niño apenas fue escolarizado durante tres años para no comprometer a su madre. A los 14 entró como ordenanza en un banco. A continuación empezó con el periodismo, tanto en Valladolid como en León. Desde aquí dio el salto a Madrid, a los 28 años, donde prosiguió su carrera literaria.

Nada extraño que dijera: “Toda la moral burguesa está montada sobre el adulterio”.

En Madrid el escritor colaboró, hasta poco después de la muerte de Franco, en la prensa del régimen. ¿Había algún otro sitio donde hacerlo? A continuación se definió a sí mismo como un hombre de izquierdas.

Es cierto, como afirma la profesora Caballé (1), que muchos de los libros de Umbral son prescindibles, pero lo que importa, al fin, es tener al menos uno imprescindible. Y eso Umbral lo tiene con creces, al margen de que te caiga mejor o peor.
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(1)Anna Caballé, Francisco Umbral. El frío de una vida. Ed. Espasa 2004.
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